sábado, 25 de agosto de 2012

El Ojo del Padre y Los Madrugadores 25 de Agosto

Hoy fue una madrugada especial, nos visitó el símbolo del ojo del Padre Dios que está peregrinando por todos los Santuarios del mundo para ser entronizado en el Santuario Original de Schoenstatt en el año 2014.
Para ello nos estamos preparando y ¿por qué no madrugar en el Santuario Original cuando se cumplan los 100 años del Movimiento?

Nuestras celebraciones han sido bastante humildes, de hecho somos 14 los que nos congregamos cada quince días en Rancagua, contando a los madrugadores peregrinos, golondrinas y retornados.
Para qué decir la importancia de esta madrugada, el símbolo del Padre Dios lo tuvo el Padre Kentenich como regalo en los años 60 y lo entregó para que algún día esté en el centro del Santuario Original, venía con una maleta que al parecer era del fundador, nos transportamos al siglo pasado a los tiempos de la guerra, me imaginé en una estación de tren en Munster protegiendo la carga valiosa contra las argucias del demonio que reinó en el siglo XX en la Alemania Nazi. 

Que privilegio poder adorar al Santísmo por una hora cantando, rezando y a los pies del altar el Padre Dios que todo lo ve. Nuestro Abad, nos entregó una reseña sobre el significado de este símbolo; se remonta al período medieval cuando recién se empieza a plasmar artísticamente  a Dios Padre. Me recordó al ojo de Horus que tenían los Egipcios y es utilizado también por la Masonería. El hojo de Horus todo lo ve e ilumina, es el símbolo de la inteligencia que nos regala la divinidad. Cristianamente el Ojo del Padre no es el que todo lo vigila y observa como el gran inquisidor, es aquél que nos conoce porque está presente en cada instante de nuestras vidas. De hecho, hay un cántico en el antiguo testamento que dice que Dios nos sondea y nos conoce hasta el último de nuestros cabellos. 

Con el ojo del Padre nos sentimos hijos anhelantes, que al madrugar estamos atentos al querer o la providencia de Dios. 

De vuelta en la Estación de trenes en Munster, en los años 40  nos encontramos con el fundador, intentamos devolver la maleta y nos dice que la llevemos nosotros y sigamos con él el viaje... ¿hacia dónde vamos? y nos contesta; hacia las nuevas playas, vamos a encender el mundo: una parada en Coblenza, después en Dachau, en avión a Bellavista, luego a Milwaukee, pasemos por Rancagua y volvamos al Santuario Original el 2014.
    

    

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