Hermanos madrugadores:
Aprovechando el blog mantenido fiel y tenazmente por Sergio
Peralta les haré algunos comentarios respecto a las lecturas de los sábados que
madruguemos. Siempre será con la perspectiva de la madrugada, poniendo el
acento en una de nuestras condiciones más características.
No tengo capacitación formal como
exégeta, no pretendo sentar cátedra ni enseñar teología, solo quiero compartir
algunos hallazgos que han surgido en años de lectura de la Biblia como una carta del Padre, sin más pretensión que disfrutar de la
comunicación de su amor, su sabiduría y su luz. Siento especial cariño por la
lengua latina y muchas veces haremos referencia a la Vulgata porque me transporta a mi lejana niñez y porque muchas referencias a la madrugada en el texto latino han sido traducidas con otros conceptos en los textos castellanos. Mi sevicio
pretende servir de base para el aporte que hagan otros madrugadores. Bienvenidas
las colaboraciones.
Veamos la segunda lectura del 9 de marzo, estaba tomada de
Oseas, del capítulo 6, versículos 1 al 6. Oseas fue un profeta que vivió al
final del reino de Judá, alrededor del año 730 antes de Cristo, cuando Asiria
ya amenazaba a Samaría y alrededor de un siglo antes de la deportación a
Babilonia. Contrajo matrimonio con una prostituta y su lucha por apartarla de
las infidelidades es símbolo del amor tenaz y misericordioso de Dios por su
pueblo pecador.
Esta poderosa imagen del amor conyugal, inaugurada por
Oseas, es recogida en el Antiguo Testamento por profetas posteriores y en la
preciosa lírica del Cantar de los Cantares. En el Nuevo Testamento Jesucristo,
repetidamente, se manifiesta como el Esposo, imagen también presente en San Pablo y en las bodas del Cordero del
capítulo 21 del Apocalipsis.
La segunda lectura termina con una “moraleja” que debería orientar
nuestra vida: Dice Dios: “… porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento
de Dios, más que holocaustos” . El amor es el bien que el profeta nos enseña
como valor máximo, tal como rezamos en cada Eucaristía cuando pedimos que la
Iglesia llegue a su perfección por la caridad. El holocausto, la liturgia, está
al servicio del amor. ¿Se nos nota?
En Oseas 6, 3 hay una referencia a nuestra querida madrugada:
“corramos tras el conocimiento de Yahvé, su salida es cierta como la aurora…”
¿Vivimos en la confianza de Dios? ¿Se nota nuestra entrega en la Providencia?
El versículo 5, 15 de Oseas, que quedó justo fuera la
lectura del sábado es más inquietante para nosotros los madrugadores. La Biblia
de Jerusalén dice: “Voy a volverme a mi refugio hasta que expíen su falta y me
busquen. En su angustia me buscarán”. El que habla es Dios y los que deben
buscarlo son su pueblo. La Vulgata Latina dice: “Vadens revértar ad locum meum,
donec deficiátis, et quærátis fáciem meam. In tribulatióne sua
mane consúrgent ad me.” La traducción literal
diría: Voy a regresar a mi lugar hasta que recapaciten y busquen mi rostro.
En su tribulación madrugarán a buscarme.”
Tareas para sumergirse en la Biblia:
1) Buscar las referencias al misterio nupcial de Cristo y la
Iglesia que son muy iluminadoras.
2) El capítulo 21 del Apocalipsis hace profecías muy
específicas respecto al Santuario y la madrugada.
A la espera de sus comentarios me despido con un abrazo
fraternal.
El atribulado Ramiro.
1 comentario:
Bien Ramiro, una buena reflexión,en el cantar de los cantares al despuntar el alba llega el amado. La madrugada es vital para Dios.
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