domingo, 26 de junio de 2011

Rancagua, San Fernando, Rosario, Marchigüe:




Encuentro diocesano de comunidades de Madrugadores
11 de Junio de 2011


De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración (Marcos 1, 35).

El sábado recién pasado, una de las noches más largas del año, cuando todavía estaba muy oscuro, me levanté, desperté a los niños, y partimos al santuario de Schoenstatt de Rancagua, que de solitario no tenía nada. Ya habían llegado los madrugadores de Marchigüe, luego llegaron los de Rosario y San Fernando que junto a los madrugadores de Rancagua hicimos más de 70 locos que nos pusimos a hacer oración.

La mayoría éramos laicos; pero había una minoría destacada de 3 sacerdotes que madrugan cada dos semanas con las comunidades visitantes: P. Danilo González (Parroquia Nuestra Señora de Las Mercedes, Marchigüe); P. Iván Guajardo (Parroquia Nuestra Señora del Rosario, Rosario); P. Jorge Vásquez (Santuario de Schoenstatt, San Fernando). También estaba nuestro obispo, monseñor Alejandro Goic, a quien quisimos dar una grata sorpresa con este encuentro de Madrugadores de la diócesis. Había hermanos, padres e hijos, abuelos y nietos, vecinos, compadres, compañeros de universidad, de trabajo, de liceo, de escuela primaria, habíamos jóvenes y viejos, “fuertes” y “frágiles” (léase adultos mayores), había un santiaguino que se levantó más oscuro que el resto y llegó a Rosario para venir con su comunidad desandando el camino.

Varones que estuvimos dispuestos a dejar el descanso (lo de merecido puede discutirse caso a caso) para venir a un lugar de gracias donde María nos regala la presencia de su Hijo y nos une en Iglesia viva. Linda experiencia en la víspera de Pentecostés para una iglesia que se ha visto atacada y escarnecida por sus flaquezas y fragilidades. Emocionante experiencia para los que queremos vivir nuestra fe como varones sin dejar de ser niños ante Ella, la Reina de Chile, la Madre de la Misericordia, la Puerta del Cielo.

Agradezco a los que aportaron lo suyo para que el recuerdo de este compartir se haga fecundo en los días de rutina, cuando todo se haga cuesta arriba y ser varón parezca pasado de moda e inútil, cuando nos opriman nuestras limitaciones, cuando parezcan estériles nuestros esfuerzos por cumplir el deber de estado, cuando se ridiculice nuestra pertenencia a la Iglesia, cuando necesitemos estos consuelos y ayudas para ponernos los pantalones y sostener nuestra palabra (de hombre).

Gracias a los que cantan afinados y hacen digna la liturgia. A los que cantan desafinados y tienen la certeza que Dios aprecia su alabanza. A los que prepararon los alimentos y los distribuyeron con oportunidad. A los que se comieron todo. A los que vinieron de lejos y llegaron temprano. A los que llegaron atrasados y llegaron igual. A los que sacaron las bancas del Santuario para que cupiéramos. A los que las volvieron a su lugar. (Fueron los mismos.) A los que prepararon las fotos históricas para recordar lo que la Providencia ha querido escribir con estos instrumentos tan limitados. Al obispo que lleva en sus hombros la responsabilidad de la diócesis. A los sacerdotes y laicos que queremos aliviarlo desde nuestra realidad concreta.

Cuando salimos de la oración, ya no estaba oscuro.
Ramiro Bravo







La presencia de nuestro obispo diocesano


“Queridos hermanos, recuerdo como una de las impresiones fuertes que he tenido en estos 8 años es cuando fui a Picarquín, hace 2 años, al entrar a la carpa y escuchar ese coro de voces varoniles. Eran como 700 creo, y ahí me parece que dije: queridas hermanas y hermanos y después me di cuenta que no había ninguna hermana, y alguien me dijo que estaba la Virgen María…”. Con estas palabras inició su homilía monseñor Goic en nuestro santuario el sábado 11 de junio recién pasado. Impresiona escuchar sus palabras que traen también para nosotros muy gratos recuerdos.

El desayuno compartido trajo calor a nuestros cuerpos a esa hora temprana de la mañana. Un representante de cada comunidad contó de los inicios y actividad que desarrollan aparte de la madrugada. En el caso de las comunidades parroquiales (Rosario y Marchigüe), resultó muy interesante escuchar de su inserción en el quehacer parroquial. El testimonio de los sacerdotes fue muy emotivo. En el transcurrir de la vida descubren en cada comunidad amigos, compañía en su estilo de vida, apoyo, cercanía. ¡Un gran regalo para ellos y para nosotros en tiempos difíciles para la Iglesia y sus consagrados! Al final, monseñor Goic acoge algunos ofrecimientos planteados en las presentaciones de cada comunidad y nos plantea también a nosotros importantes desafíos.




Los de la Rama de Hombres que también son Madrugadores de Rancagua se emocionaron cuando nuestro obispo hizo referencia al apostolado que estaban realizando en el sector de Graneros, tratando de reanimar la comunidad en torno a la capilla Nuestra Señora del Camino. Fue una enorme sorpresa saber que el obispo estaba al tanto de su apostolado. ¡Espaldarazo y motivación extra para seguir adelante!


Octavio Galarce

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